Desde 1965 se celebra en Ecuador cada 26 de noviembre el día del Himno Nacional, su letra fue escrita en 1865 por el poeta y pintor ambateño Juan León Mera, su música fue compuesta por el compositor francés Antonio Neumane.
Son 155 años, en el que el Himno se ha mantenido como un referente de la Patria y se lo entona en actos oficiales, en escuelas y colegios, en eventos formales de instituciones públicas y privadas. A lo largo de los años ha tenido algunos ajustes, pero se ha mantenido casi intacto desde su creación.
La letra de este símbolo patrio consta de un coro y seis estrofas, originalmente compuestas en tono Si bemol mayor. Pero, desde la década de 1970 se interpretan solamente el coro y la segunda estrofa del original. Este ha sido uno de los ajustes que ha tenido el Himno Nacional a lo largo de su historia.
La decisión de disminuir la canción emblema de Ecuador la tomó la Junta Militar que gobernó Ecuador entre 1976 y 1979 y que estuvo presidida por Alfredo Poveda. Según el historiador Fernando Muñoz, se tomó esta decisión ya que es muy extenso y la gente no se lo sabía bien.
El 26 de noviembre fue establecido como el Día del Himno Nacional del Ecuador en 1965, al cumplirse el primer centenario de la letra escrita por Mera y para celebrar y honrar a este símbolo patrio.
Otro ajuste que tuvo el Himno Nacional fue en 2002, ese año el Congreso Nacional y la Dirección de Asuntos Culturales de la Cancillería resolvieron que el Himno se ejecute en una tonalidad más baja de la que fue compuesta, pasó de Si bemol mayor a Mi mayor. En ese mismo año se editó una versión coral del Himno y una versión en quichua que, actualmente, son las versiones oficiales de la canción patria.
CORO
¡Salve oh patria mil veces oh patria!
¡Gloria a ti! (2 veces)
Ya tu pecho, tu pecho rebosa,
gozo y paz ya tu pecho rebosa,
y tu frente, tu frente radiosa
más que el sol contemplamos lucir.
ESTROFAS
I
Indignados tus hijos del yugo
que te impuso la ibérica audacia,
de la injusta y horrenda desgracia
que pesaba fatal sobre ti,
santa voz a los cielos alzaron,
voz de noble y sin par juramento,
de vengarte del monstruo sangriento,
de romper ese yugo servil.
II
Los primeros los hijos del suelo
que, soberbio, el Pichincha decora,
te aclamaron por siempre señora,
y vertieron su sangre por ti.
Dios miró y aceptó el holocausto,
y esa sangre fue germen fecundo
de otros héroes que atónito el mundo
vio en tu torno a millares surgir.
III
De estos héroes al brazo del hierro
nada tuvo invencible la tierra,
y del valle a la altísima sierra
se escuchaba el fragor de la lid.
Tras la lid, la victoria volaba,
libertad tras el triunfo venía,
y al león destrozado se oía
de impotencia y despecho rugir.
IV
Cedió al fin la fiereza española,
y hoy, oh Patria, tu libre existencia
es la noble y magnífica herencia
que nos dio el heroísmo feliz.
De las manos paternas la hubimos,
nadie intente arrancárnosla ahora,
ni nuestra ira excitar vengadora
quiera, necio o audaz, contra sí.
V
Nadie, oh Patria, lo intente. Las sombras
de tus héroes gloriosos nos miran,
y el valor y el orgullo que inspiran
son augurios de triunfos por ti.
Venga el hierro y el plomo fulmíneo,
que a la idea de guerra y venganza
se despierta la heroica pujanza
que hizo al fiero español sucumbir.
VI
Y si nuevas cadenas prepara
la injusticia de bárbara suerte,
¡gran Pichincha! prevén tú la muerte
de la Patria y sus hijos al fin
Hunde al punto en tus hondas entrañas
cuanto existe en tu tierra, el tirano
huelle solo cenizas y en vano
busque rastro de ser junto a ti.